“Pues no sé qué pasa que no responde”. A veces no entiendo si hablan de Siri, del robot de Amazon o del motor del coche. “¡No oye!”… Algo así como que no me sincroniza el móvil. “¿No será culpa de mi marido que lo desprograma cada vez que llega?”’
Con la inteligencia artificial a lo mejor logran nacer niños a los que les digas: ‘Niño, a la cama’. Y va, y se va. ‘Niño, recoge tus juguetes’. Y los recoge y se va a la base a recargar. La primera niña que obedezca así la llamaré Siri: ‘Siri, cariño…’. Serán niños robots que no se peleen porque les has metido la instrucción de “preferencia de otro robot siempre” y ya está.
“No sé qué hago mal. No estaré actualizada en educación. ¿Puedo resetear al niño?” Pues no sé… Por ahora los niños no tienen inteligencia artificial. Además no se mueven por razones, ni por mandatos, ni porque lo diga su padre programador. A veces simplemente no oyen, no les funciona el audio. Otras están cansados, y no les funciona una rosca. Y otras porque no se sabe… porque son libres. Son hijos, no esclavos ni robots.
Obedecen porque juegan a obedecer, porque quieren a su madre, porque ven firmeza, y no ven segundas oportunidades. Porque saben que ‘no vale mandar por mandar’. Porque saben, como dice algún político, "que 'no' significa 'no', Señorías” . Y si aún así no funcionan, pues miras para otro lado, te enfadas y te desenfadas, etc., etc., O sea, el lío de ser humanos y tener que educar, y no programar.