Tener colegio mañana y tarde es lo mejor para los alumnos, para las familias e incluso para los profesores. Por varias razones.
Las familias necesitan sí o sí conciliar vida laboral y familiar, sin que eso signifique aparcar a los hijos.
Los niños necesitan tiempo de escuela, de convivencia y socialización.
Las tardes con clase hace que se reduzcan las tediosas tareas o deberes.
Las extraescolares se convertirían en escolares y se enriquecería el currículo real.
Se reduciría mucho el tiempo vacío de los niños dedicado a las pantallas y móviles.
La larga pausa del mediodía relaja la tensión del horario que se liquida las 13 asignaturas de algún curso en una mañanita.
El comedor es una oportunidad de educación.
La tarde no es “hasta la noche”, si no media tarde.
Algunos niños necesitan estar en la escuela porque la calle e incluso el ámbito familiar es problemático. Existen ya en nuestro país centros públicos «de alta complejidad» que imparten más horas que las oficiales con el único fin de evitar esos peligros.
Esa solución es cara ya que requiere más profesorado. Sin embargo, se está iniciando en España porque mejora los resultados educativos, familiares y sociales. La disminución de alumnado por la baja natalidad brinda la oportunidad de aumentar la ratio del profesorado y crear un colegio mejor.
La tranquilidad de la educación serena, con módulos largos y lentos, compensa el aumento de dedicación. Tan solo faltaría que los padres apoyaran a los profesores y no permitan a sus hijos llevar el móvil a clase. Sería el segundo factor de paz en las aulas.
España podría volver a generalizar la jornada de mañana y tarde como casi toda Europa. Así lo recomienda la OCDE y PISA y a ella están regresando los que faltaban, Dinamarca y Portugal, con mejores resultados.
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