currículum

 

Sin saber ni siquiera patinar, fui nombrado entrenador de hockey sobre patines del equipo del colegio. Eran los comienzos de la moda de las extraescolares y algunos chicos tenían la ilusión con este deporte. Pero falló la persona elegida y me tocó dar un paso al frente. Otros se lanzaron con distintas actividades. 

Adopté la estrategia de “dar cera, pulir cera” de Karate Kid. “Muchachos, hoy vamos a patinar. ¡Venga, venga, venga!” Esa era la segunda estrategia: repetir tres veces las órdenes…“vamos, vamos, vamos”. Y la tercera fue usar la primera persona del plural de médicos y farmacias: “nos ponemos los patines y nos calentamos” (suelen añadir ‘cada 8 horas’).

Algún niño me preguntaba ansioso cuándo íbamos a coger ya el stick para golpear la bola y jugar. Le contestaba: «el hockey es sobre patines. Si sabemos patinar mejor que ellos, no podrán con nosotros». Y daban vueltas a la pista, iban y volvían y la verdad es que se cansaban. Salimos del paso ese mes, motivados y contentos hasta que por fin llegó el entrenador «definitivo», je.

Y ahora veo a los políticos preocupados por el nuevo currículum (y por todos los ‘palabros’ y estándares derivados de este). Necesitamos adecuarlos y cambiarlos… otra vez. Pero el currículum viene después de dar cera, pulir cera, patinar, colaboración familia-colegio, motivación del profesorado, feeling y rodaje con los alumnos, calentar, tutoría y, en el fondo, educación muy personalizada. Si somos capaces serán capaces, que de eso se trata.

 

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