La socorrista me ha mirado atónita: un tío se mete a nadar en la piscina con mascarilla. Me di cuenta tarde, salí y la escurrí y alguno sonreía. Ridículo. Me consuela pensar que mi despiste haya servido al menos de ejemplo.
Tenemos que recuperar la confianza en quienes están tomando decisiones en todos los ámbitos. Hay muchos que esparcen la duda: "¿quién os ha dicho que no podíais comer… sin mascarilla? Se equivocan, no dan ayudas, no nos piden opinión, no hay datos… están locos". Como decía el otro, cuanto peor, mejor para él…
Confiemos en ellos. En que el otro también quiere. Estemos unidos en las grandes crisis. Asumamos decisiones y cambios. Así juntos levantaremos lo que sea. Podemos dar una opinión discreta e inteligentemente sin sembrar el pánico desde un tractor vestidos de Drácula, como los de Lepe. Confiemos: a veces es una nimiedad lo que impide la unanimidad. Y otras creer que no es saludable cambiar de opinión.