Datos para volver al cole

8.300.000 alumnos vuelven al cole este año (el mismo número que votos han tenido los dos partidos mayoritarios). Pero ya no estarán las urnas de julio en las aulas, sino pupitres. Dan para mucho los colegios. Y eso que todavía no se les ha ocurrido a los okupas usarlos en verano: ahí lo dejo… a ver qué harían las autoridades.

Sólo 600.000 estudiantes usarán el transporte escolar (como los que suelen ir a una exposición temporal a El Prado), no por evitar la contaminación, sino por los precios de las rutas. Sale más barato que vayan en Uber o en Blablacar o mandarles a Londres con Ryanair. El bus es un lujo lo pague quien lo pague. Por eso sólo circulan 17.500 autobuses escolares, o sea, que no llega a 1 por centro en España, donde existimos 28.600 centros educativos.

La mayoría de las personas que recibiremos a los niños somos mujeres: 539.000 profesoras (entre las que me incluyo por estar en medio de ellas ya que en infantil sólo somos varones el 2%, y en primaria el 14%). Soy uno de los 161.000 varones que en España nos dedicamos a dar clase. Brothers, os animo, por aquello de estar igualados, que esta profesión no es femenina, aunque ahora lo sea. Es de todos.

El coste medio de los libros de texto es de 449 euros por hijo, los más caros de Europa no sé por qué. La opción digital también ha subido: el coste medio de la mochila digital es de 158 euros que te largan en «pdf’s». ¿Por qué? Porque los libros «de texto» -los de menos «texto» de todos los libros- son un negocio y porque cambian las leyes y cambian el manual que te explica de otra manera que París es la capital de Francia.

La media de alumnos por profesor es de 11. O sea que bien, lo que pasa es que en el aula puede haber hasta 25, 30 ó 35, pero profesores hay. Habrá que organizarse mejor. Pero para eso hay miles y miles de inspectores, no tantos como en Hacienda, claro.

El éxito escolar está asegurado: 86% acaba la ESO, mejor que antes. Aunque en Europa la cosa va mejor y es de un 91%.  También es cierto que el gasto público en educación per capita en España es de 1.077 euros/curso, mientras que en Alemania es de 2020 euros. Si se invirtiera más en Educación, quizás no se gastaría tanto en Sanidad (casi el doble, pero lo primero es la gallina y luego el huevo, parece).

Alumnos en extraescolares: 90% Los colegios ocupan poco tiempo y los niños necesitan moverse, estar ocupados y aprender lo que no aprenden en los colegios de España: más deporte, idiomas y enseñanzas artísticas. De hecho el gasto medio anual en actividades educativas fuera del centro es de 270 euros por niño, la mitad en idiomas.

Y lo más curioso: el «libro obligatorio» más usado en torno a los 12 años en España y países de habla hispana no es de autor español, sino el francés «El principito» de Saint-Exupéry. En Italia es un autor italiano, en USA un americano, y así en todos… en UK, en Rusia, en Francia.

Ah, oye y que se me olvidaba: lo de la nueva selectividad y tal… que por fin por ahora no, acaba de decir el Ministerio con «Alegría». Bueno, pues eso, que luego si eso, ya.

Menos mal que la vuelta al cole sólo depende de un alumno ilusionado que no dormirá ese día por ver a sus amigos y a su nueva/o «seño», que tampoco dormirá ese día porque los profes de este país son de los más motivados que conozco y lo digo de verdad, y de unos padres que sí dormirán porque sueñan que sus hijos serán felices y comeremos perdices en un país mejor.

Foto de Matt Ragland en Unsplash

Barbie

Me tocó en el asiento de atrás la elegante francesa con dos niños que ya berreaban en el embarque. Ella les acariciaba: «Très bien!, chérie… la poupée! Muy bien!, cariño, mira el muñequito!» (en francés, pero se pillaba). Dos horas y media de vuelo chillando, llorando y buscando zapatillas por debajo de los asientos. La mamá tenía la batalla perdida desde antes de subir. 

Algún pasajero volvía la cabeza y sonreía a la gala con una mirada de «¿alguien podría, por favor, ayudar a esa mujer? ¿Pero no hay ninguna madre entre los pasajeros?» No me declaré maestro de primaria por si alguien me obligaba a actuar. Descubrí los auriculares «con cancelación de ruido». Cómoda cancelación.

Cuatro filas más atrás iba una madre alemana negra con cuatro niños del mismo color de entre cinco y diez años. Parecía que no se movían, pero jugaban tranquilos, dibujaban y hablaban en voz baja. Cada uno con su mochilita. Calzados, vestidos, sonrientes y lanzando alguna mirada al leve movimiento de cejas de su madre, una mezcla de Michelle Obama y Michael Jordan. The Boss en carne y hueso.

Antes en el embarque una bella mamma italiana con un bambino de dos años había desplegado alrededor de un asiento una especie de guardería hasta con dos pantallas para que no se aburriera la carissima criatura. Me suplicó vigilarle todo el montaje, prego, mientras llevaba a Leonardo al toilette. Yo le había preguntado antes cordialmente «qual era il nome del bambino» por lo que me debió tomar por un amable caballero o bodyguard. 

La sensación de estar solo en una terminal rodeado de juguetes, muñecos, peluches y pantallas de dibujos animados es como la de un triste payaso callejero sin público. Pero esperé a Leonardo. Se lo merecía.

Las madres o padres que tienen hijos y están con ellos quedando mal o bien en el hotel, avión o donde sea, pero con ellos, son mis líderes, mis «iconos», aunque no parezcan tan inteligentes como Barbie, que todavía no se ha atrevido a tener hijos.

«El favor», un thriller para verano

«El infierno es la verdad vista demasiado tarde» sugiere John Verdon en «El favor», su último bestseller del detective Dave Gourney. Lo aplica a un delincuente atrapado en su pasado a pesar de resistirse.

Verdon pinta las relaciones de un matrimonio maduro de modo sublime. Y sufre porque al detective le gustaría ser mejor marido. El ágil ritmo policíaco y de acción se entremezclan en su relación conyugal con Madeleine a veces tensa, pero siempre tierna.

Él autor ser reconoce algo en su protagonista detective: «Ama a su esposa y a su hijo pero no es nada bueno con las emociones. Esa es la parte con la que se siente más incómodo. Sus sentimientos están siempre encerrados bajo un análisis racional y nunca anda buscando sentirse querido o aceptado, él solamente busca las respuestas. El análisis racional es su mejor arma y escudo para lidiar con la vida».

Verdon siempre responde que Madeleine, la esposa del detective, es el alma de la serie de todas sus novelas. «En primer lugar, me gustan las mujeres fuertes e inteligentes. En segundo lugar, quería darle a Dave (el protagonista detective) una dimensión de vulnerabilidad, convertirlo en algo menos que totalmente autónomo. Quería presentarlo como una persona que necesita a otra persona en su vida. Puede que sea un poco genio para desentrañar ciertos tipos de misterios criminales, pero su esposa es en muchos sentidos más inteligente que él: más perspicaz, más intuitiva. Este tipo de equilibrio, la tensión que crea y las recompensas que ofrece, es más interesante para mí que las relaciones que a menudo se retratan en las novelas de detectives».

Yo soy tu padre

“Yo soy tu padre” es el final y el comienzo de un gran guion. Nunca lo he escuchado en la vida real y menos aún “yo soy tu madre”. Pero será habitual en un futuro próximo en esta galaxia de embriones perdidos.

Lo que sí me han dicho muchos alumnos es: “¿Tú conoces a mi padre?” Les ilusiona que progenitor y profesor se conozcan. Aunque para mí mejor todavía es escuchar: “¿Verdad que tú le diste clase a mi padre?”, que es algo así como convertirte en maestro «yedai».

La conexión alumnos-padres-profesores produce un flujo de empatía, endorfinas y buen rollo que genera aprendizaje. No sé por qué. Siempre he buscado que los alumnos sepan que es así y que sea así. Y por ello pienso que un profesor de primaria no puede escapar de los padres en el supermercado, porque eso es escapar de los hijos. Y las madres y padres tienen que saludar desde el coche a los profes cuando recogen a los niños porque harán mejor al maestro.

Al final el “yo soy tu padre” es la verdad última. Y es mejor que el padre le diga al maestro quién y cómo es su hijo a que el profesor pretenda contárselo. En la adolescencia puede ser interesante lo que el profesor percibe del alumno que en casa apenas habla, pero ahí entra la tutoría con los padres. Y cuando te dice “hola, soy el padre de fulano” y ves que realmente es “fulano” pero más grande, con capa y máscara negra, entonces entiendes todo. Él es su hijo.

Y también por eso siempre me ha parecido que las AMPAS son un elemento clave en este «ciclo del agua» escolar. Sin padres no hay profesores, porque sin hijos no hay profes, y sin padres no hay hijos. Y una asociación de madres y padres conectada a la dirección del centro es como enchufar las luces apagadas de un árbol de navidad.

“No existen familias despreocupadas por la educación de sus hijos e hijas, sino que existen familias que no están ocupadas”. Y es un “deber que forma parte de nuestras responsabilidades como padres”, según la CEAPA, la mayor confederación de AMPAS.

O sea, que en un colegio lo primero es la gallina, después el granjero y luego los huevos.

Adrianey Arana

El país del aborto

Con más de 100 años de aborto, Rusia es el país del mundo más experimentado en el tema, así como en otros… Aprobado en 1920 ha tenido hasta los años 90 más abortos que nacimientos. Pero no están contentos. Es como si renegaran de tener alimentos o vivienda o trabajo. De hecho las cifras han bajado desde entonces a casi la mitad. No ha convencido tras 103 años.

El jefe en reproducción del Ministerio de Salud Ruso hacía balance y quería retirar el aborto del sistema de salud. “El aborto tiene que pasar de moda, y convertirse en algo anticuado. Para una persona educada moderna, el aborto debería ser un fenómeno socialmente negativo”.

La Ministra de Sanidad y demás expertos no saben por donde tirar. Ignoran por qué están disminuyendo los abortos en un país que andaba entre el millón y los dos millones al año. No saben. En 2013 se aprobó una ley para prohibir la publicidad del aborto, porque “es tan fácil como comprar una botella de vodka” decía una rusa entonces. Las mujeres sienten que la vida o la muerte de un embrión las está matando.

Han redoblado el apoyo psicológico para afrontar el trauma del ejercicio de este derecho. Pero es difícil explicar y asumir que lo “concebido” y gestado sea persona humana a los 3 o a los 6 meses según el país “en el que no nazca” el embrión de las rusas.

Se puede gozar de derechos sobre la vida y sobre la muerte. Bien lo saben los rusos, siempre en «guerra y paz» consigo mismos desde hace siglos, ahora con 20000 muertos en Ucrania.

Espero que nosotros no necesitemos siglos de embriones y no celebremos lo que en Rusia celebraron como un triunfo hace 103 años y hoy es un trauma.

Adrianey Arana    Foto unsplash sierrastjohn