Inspirateachers

 

 

 Profesora de 1º Primaria en una gran ciudad gallega. Empezó en septiembre con 14 alumnos, de los que ninguno sabía leer. Y hoy ya tiene 21 y de 9 nacionalidades porque le van llegando. Refugiados, inmigrantes ucranianos, asiáticos, sirios, un africano al que han matado a su padre, gitanos. No hablan español. Me dice que está encantada, que todo va bien. Que los niños quieren aprender y aprenden. 

«¿Y acaban sabiendo leer?» Me mira asombrada y sonriente como diciendo ‘eso qué importa’. “Algunos han superado pruebas más importantes ya en su corta vida… ¡tranquilo!”, me dice. “Busco que sean felices y motivarles algo más. La última visita del inspector me pilló haciendo un pulpo ‘a feira’ en clase con los niños. Lo pasaron genial”. ¿Y tienes cocina? “Me llevo un hornillo al aula”.

“He cosido unas cortinas con unas telas que tenía por ahí, porque me horrorizaban las persianas. Ahora es más humana. También me hice una ‘jaima’ para las reuniones de la clase. Nos metemos todos y hablamos”.

‘Te puedes comprar un mueble con ruedas para una bibiioteca’, le dice uno. “Nada, contesta,esos valen 300 euros. Les he hecho una biblioteca con cajas de fruta. Y un programa de huerto escolar que les chifla. No puedo pedir dinero a los padres para una excursión, pero me los llevo igual a un museo cercano a la playa… y luego playa”.

Con estas personas te encuentras en algunos foros que buscan seguir inspirando a profesores que inspiran a sus alumnos y que nos inspiran a sus compañeros. Felices por sacar a sus alumnos adelante con una sonrisa.

Foros como Inspiratics, quizá el mejor foco de ilusión, formación, innovación y unión del profesorado gallego hoy en día. Un lugar donde profesores de todas las procedencias se inspiran para el futuro. Gracias, Inspiratics.

Photo: freeimages.com

Mujeres

La pesadilla de los padres de Caroline y Leia el pasado fin de semana fue larga. Ambas hermanas de 8 y 5 años estuvieron perdidas durante 44 horas en una zona boscosa al norte de California. Dos noches de lluvia y frío intenso. El Sheriff de Humboldt montó un operativo de película para encontrarlas (también en twitter con sus fotos). Unos bomberos que rastrearon como indios las huellas de sus botitas a lo largo de casi 3 km las encontraron al final. Estaban bien, pero con hambre y frío. Sólo habían comido una barrtita de cereales. “Sanas y salvas, pero con buen humor”.

    «Es todo un milagro. Es un territorio agreste, un ambiente extremo. Es increíble que hayan permanecido 44 horas ahí fuera», declaró el jefe de policía. Piensa que el entrenamiento de supervivencia al aire libre que Leia y Caroline recibieron en su club 4H, ha podido ayudar a que las pequeñas resistiesen. 

    Aunque yo veo 4 explicaciones posibles a este final feliz: 
1.  haberse apuntado a una "extraescolar" que no era parchís ni taller de ipad
2.  los niños no necesitan que sus padres les lleven la mochila o como mochila hasta la puerta del aula ni les desteten a los 3 años
3.  eran mujeres, o sea, como mi madre y mis hermanas, y mi tía y mis primas y muchas niñas que conozco
4.  todas las anteriores

    Que cada uno elija la que más le guste.

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Érase una vez

Los niños tienen miedo a ser devorados. Si con la mano en forma de boca les dices que les vas a comer, pegan un gritito, se asustan y escapan. Realmente disfrutan con el placer del peligro. Si a Caperucita y a Hamsel y Gretel se los comen… hay suspense. 
     Quieren que les cuentes un cuento sobre eso. Que se lo cuenten sus papás, abuelas, tías y madrinas en el calor del hogar donde pase lo que pase en el cuento, no pasa nada, porque están arropaditos en casa.
     Lo que quieren en que "tú" se lo cuentes. Que hagas los gestos. Que repitas frases. Que inventes algo… A veces le pregunto a los niños: ¿leemos el cuento todos juntos, os lo pongo en youtube o queréis que os lo cuente? "¡Que lo cuentes!" Lo viven. Dickens reconocía haberse querido casar con Caperucita Roja.
Maria Tatar, profesora de Harvard, dice que todos creemos saber esas historias, pero somos incapaces de contarlas en su momento, por lo que hay leerlas para saber terminarlas y conseguir un final feliz para nosotros y nuestros hijos. Algo más que "érase una vez".

*Estefanía Laya es un seudónimo de una persona docente de Primaria

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La risa importa

A veces juego con los niños a estar serios. El que ríe, pierde. O el que me haga reír gana. Sus recursos para provocar la risa, a veces imparable, me asombran. No es una terapia, es un “momento educativo”…. y tal.

Cuando un niño me hace una broma, le hago caso. Y si me hace reír de verdad, le pongo un 10. Me sorprende. Ha hecho algo inteligente. No vale reírse de los demás. Hay que reírse con los demás. Basta y doy por válida una sonrisa.

En el estudio "La risa importa", publicado por el Instituto Nacional de Salud norteamericano, los científicos demuestran que, incluso a la temprana edad de 6 meses, los niños se ríen de las mismas cosas que sus padres.

“El humor –dicen estos doctores– es un tema sorprendentemente serio con una amplia gama de implicaciones para el desarrollo. El humor implica procesos cognitivos bastante complejos… en particular la capacidad de reconocer y resolver la incongruencia”. Muy apropiado para lo que les va a tocar en la vida.

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Libros felices

 

 Para pensar en cómo encontrar los mejores libros para niños conviene comenzar por la constatación de que la visión de los niños es fresca: un sonsonete puede aburrir al adulto pero tiene siempre la capacidad de hacer gracia una y otra vez al niño; es el adulto quien puede ya estar de vuelta y querer algo que le suene a nuevo, pero para el niño todo es nuevo. Una conclusión de lo anterior es que no tiene mucho sentido buscar originalidades e ironías posmodernas en los libros infantiles y que conviene reivindicar siempre las historias del pasado que han gustado a niños de muchas generaciones y de muchos ambientes distintos: esto es todo un sello de calidad (aunque luego las ediciones concretas pueden ser mejores o peores).

       Otro punto básico es el de que hay que buscar libros felices, felices porque diviertan a sus lectores naturales y felices porque sean a la vez valiosos y alegres. Lo primero queda claro con una minianécdota que leí hace poco en un tuit: en él se decía que, a la pregunta de una encuesta sobre cuál era la palabra favorita de cada uno, mientras los adultos elegían algunas abstractas y edificantes –como «paz», «libertad», «amor», etc.— una niña dijo, simplemente, «columpio».  Lo segundo se puede mostrar con un comentario de Eric Carle, uno de los grandes autores e ilustradores para primeros lectores de la segunda mitad del siglo XX, cuando decía que tenía un propósito fundamental con sus libros: provocar la alegría del niño cuando hace descubrimientos por sí mismo, un deseo y una intención que nacían del recuerdo de sus experiencias infantiles al aprender.

Luis Daniel González es especialista en literatura infantil y juvenil. Escritor. Creador de bienvenidosalafiesta.com,  la web española más importante de critica literaria infantil y juvenil, y álbumes ilustrados.

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