Anthony Esolen, profesor del Providence College, había apuntado hace años Ten Ways to Destroy the Imagination of Your Child, a saber:
educar de espaldas a la realidad (la realidad física, del mundo, pero también de lo que somos)
la educación institucionalizada y siempre en el aula (frente a la de casa y al aire libre, donde hay que caerse, ejercitarse y tener, a veces, algo de miedo)
la sobreprotección y la vigilancia continua que dejan a los niños en una burbuja
la igualdad impuesta, que olvida la desigualdad de la excelencia o el heroísmo cortándonos a todos por el mismo patrón y siempre a la baja
la educación sexual basada en el narcisismo y el sexo sin amor
la sustitución de los cuentos tradicionales por historias prefabricadas llenas de clichés políticamente correctos
eliminar toda diferencia entre hombres y mujeres
los ruidos continuos, las distracciones y el entretenimiento sin fin
y, por supuesto, escamotear a los niños la trascendencia
Pues bien, ahora los analiza con más detenimiento en su nuevo libro Defending Boyhood. Y es que ciertos modos y modas educativas están perjudicando especialmente a los chicos varones, siempre-siempre 'castigados' en los colegios.