Mi zona de confort

     Una señora con un balón a la puerta de mi clase que me pregunta si es mío. Imagen insólita. No la identifico como madre de alumno. Vestida normal como cualquier mujer que va a trabajar. Y está mojada por la lluvia. Y el balón es de fútbol. “Pues, perdone… ¿”ese” balón?” Pensé en una representante de material deportivo, pero el balón estaba usado. En una persona que pasaba por la carretera y le han dado un balonazo, pero eran las 9 de la mañana… 

     “Mire, pasaba en coche, vi un balón y pensé que sería del colegio”. O sea que la señora paró el coche, se bajó lloviendo en plena carretera, recogió el "esférico", miro por dónde entrar al colegio, aparcó como pudo, encontró una entrada y localizó a un tipo con cara de profe a la puerta de un aula. “Del hospital de ahí al lado no creo que sea”, me dice. “Ya… pues muchas gracias”. Y me lié con los niños, otro asunto… y desapareció.

     Me quedé todo el día incómodo, como fuera de mi zona de confort. ¿Por qué no le hice la ola a esa mujer o le pedí el nombre para enviarle un ramo de flores? Hizo más por la educación que cualquier político o pacto nacional por la enseñanza, si lo hubiera. Un balón en una clase es una cuestión de prioridad máxima, ante cuya pérdida se activa un protocolo de nivel rojo. Yo no sé si hubiera tenido ese gesto. Y esta señora me ha enseñado a salir de mi zona de confort. De hecho me ha sacado de ella. Y a “mojarse” físicamente por ayudar al vecino y no "a la humanidad". Señora, si está ahí, gracias con muchas !!!!!!!!!!!!! 

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