Buena cara

Veo una pierna de titanio apoyada a la puerta de la ducha. Debe de ser del tipo que está dentro. Me ducho. Salgo. Espero en los bancos del vestuario. Y efectivamente. Aparece un tipo andando con esa pierna. No sé para qué se la había quitado después de la piscina. Para enjabonarse es más difícil. No sé. Pero todo el vestuario le miraba de reojo.

 

Y yo que iba pensando si me encontraba algo mejor después de nadar. Si había hecho bien en animarme a ir ese día. Que si esta molestia… Unos chicos de al lado estaban fardando de lo que habían nadado. Se quedaron mudos, mirando sin “reojos” al hombre biónico. Tenía cara seria, resolutiva. Pero serena, pacífica. Reflexivo pero con brillo en la mirada. Me hubiese gustado hablar con él, pero no supe cómo empezar: “oye, esa pierna…”. No. No hubiese funcionado.

 

No es que me queje mucho pero en ese momento dejé de hacerlo por dentro. Hombre de titanio, si por casualidad lees esto, que sepas que me has hecho pensar. Me has animado. Vale ya de quejarse, que empieza agosto y hay que ir a la playa con o sin piernas. Eso sí, con una sonrisa, que luego de mayor se te queda cara de "mayor". Y como decía mi amigo Zaragüeta, con los años cada uno es responsable de su cara.

Dejar un comentario